La Fundación Dulce Compañía nace a raíz de ese amor tan grande que siento por mi abuelita (q.e.p.d), quien desde niña me enseño el valor de compartir con los demás haciendo las cosas con el corazón y de la mejor manera, dignificando a cada ser humano independiente de la condición en que se encuentre.
Crecí viendo a mi abuelita coser sábanas, fundas y ropa para darle a los menos favorecidos, la veía dándole comida y saciando el hambre del necesitado. Esa vocación se fue ligando a mi corazón con el pálpito de que crecería y así podría llegar a hacer de ello algo grande. Pasaron los años y….
El 11 de agosto de 2011 ingreso mi abuelita en una grave condición de salud a la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital de Rionegro, paralelamente ingresaba también Juliana Córdoba, una bebé de apenas dos meses de edad que empezó a combatir la batalla contra la muerte a muy temprana edad.
Pasaron los días y el cuadro de Juliana no era nada favorable, sin contar con las dificultades económicas por las que tenía que pasar su madre, desarraigada de casa y sin un peso en sus bolsillos para tomarse al menos un chocolate, encontrándose así con una cruel y fría realidad lejos de su hogar. Con ese dramático escenario, fue que Dulce Compañía tuvo luz verde para proyectar la labor social dedicada a aquellas personas que son anónimas en la sociedad y tan solo necesitan un poco de lo mucho que podemos darle.
Los días pasaron, la situación de mi abuelita fue favorable para fortuna de nosotros su familia, pero para Viviana y doña Petro madre y abuela de Juliana no; La niña falleció dejando un vacío enorme en sus seres queridos; para mí fue un momento de sentimientos encontrados, pese a eso y con mi corazón arrugado y sin explicación alguna o manera de entender por qué un angelito como ese tenía que partir sin comenzar a jugar el juego de la vida, entendí que la vida va más allá que tan solo vivir, entendí que las cosas las hacemos en el momento preciso y no cuando queramos, los llamados del corazón se atienden ya y no después. Ese último latido de Juliana, fue el primero de mi corazón para crear Dulce Compañía y así poder ayudar a muchas Julianas, Vivianas y doñas Petro que hacen parte de esta sociedad y que sencillamente omitimos su presencia, una presencia inédita pero que hace un eco inmenso en todos nosotros, habitantes foráneos de una misma tierra.
En memoria de mi Abuelita……